"Luego, piensen en el Tito Torcuato que fue cónsul con Gnaeus Octavio; cuando él trató tan severamente a su hijo, sobre el que ya no tenía control paternal al haber sido adoptado por Decius Silanus - cuando él lo hizo comparecer ante su presencia para responder ante la denuncia presentada contra él por una diputación en Macedonia, de haber aceptado soborno siendo pretor en esa provincia - cuando, tras oír a ambos lados de este caso, él sentenció haber encontrado culpable a su hijo de conducirse en sus funciones de forma indigna a la de sus ancestros, y le expulsó para siempre de su vista - ¿ustedes piensan que él tuvo alguna consideración con su propio placer? Pero, paso por sobre los peligros, los sufrimientos, el dolor verdadero de todos los hombres buenos que soportan por el país y por los amigos, no sólo no buscando el placer, sino renunciando realmente a todos los placeres, y prefiriendo sobrellevar todo tipo de dolor en lugar de ser falso ante la más mínima parte de sus deberes. Vayamos a materias aparentemente menos importantes, pero igualmente concluyentes. ¿Qué verdadero placer hay para ti Torcuato, o para Triario aquí presente, en la literatura, en la historia y en la erudición, al dar vueltas las páginas de los poetas con vastas cantidades de versos para aprenderse de memoria? No me digan que tales ocupaciones son en sí mismas un placer para ustedes, y que así también fueron los actos que ya mencioné de los Torcuato. Esa línea de defensa nunca fue tomada por Epicuro o Metrodoro, ni por ninguno de ellos que poseyera cualquier inteligencia o que hubiera dominado las doctrinas de su escuela. Nuevamente, con respecto a las preguntas frecuentemente formuladas de por qué tantos hombres son epicúreos, aunque ésta no es la única razón, la cosa que mayormente atrae a la multitud es la creencia de que Epicuro declare como conducta y moral correctas el ser intrínsecamente y por sí mismo encantador, lo cual significa generador de placer. Estas valiosas personas no se dan cuenta que, si esto es verdad, ello desbarata toda la teoría. Si se admitiese que la bondad es espontánea e intrínsecamente placentera, incluso sin ninguna referencia a la sensación corporal, entonces la virtud sería deseable de por sí, y así también lo sería el conocimiento; pero esto no lo permite Epicuro.
"Estas son entonces", dije yo, "las doctrinas de Epicuro que yo no puedo aceptar. En cuanto al resto, podría desear que él mismo hubiera estado mejor equipado en cuanto a erudición (toda vez que incluso ustedes deben reconocer que él es deficiente en cultura liberal, la que confiere a su poseedor el título de hombre educado) o cuando menos que él no hubiera disuadido a otros de estudiar. Sin embargo, estoy enterado de que él no tuvo éxito en disuadirlos a ustedes".
1/ En la Lógica Griega, el método de definir una especie por medio de dividir y subdividir un género.
2/ La interpretación aquí es incierta, y probablemente más de una frase se ha perdido.
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