martes, 8 de diciembre de 2015

Capítulo VI. Cicerón señala qué es lo que objeta a Epicuro: su Filosofía Natural no es ni nueva ni verdadera



"Bien, entonces, ¿cuál es el punto?", dijo él, "mucho me gustaría saber qué es aquello con lo que usted está en desacuerdo".

"Permítame empezar", repliqué, "con el asunto de la Filosofía Natural, cual es el particular alarde de Epicuro. Aquí, en primer lugar, lo de él es completamente de segunda mano. Sus doctrinas son las de Demócrito, con muy pocas modificaciones. Y en directa referencia a este último, donde Epicuro intenta mejorar su original, en mi opinión sólo tiene éxito en empeorar las cosas. Demócrito cree en ciertas cosas que él denomina ‘átomos’, es decir, cuerpos tan sólidos como indivisibles, que se mueven en un vacío de extensión infinita, que no tiene ni arriba, ni abajo, ni medio, ni centro, ni circunferencia. El movimiento de estos átomos es tal que así como chocan se unen entre sí; y a partir de este proceso resulta el total de las cosas que existen y que vemos. Por otro lado, este movimiento de los átomos no debe ser concebido como si se hubieran iniciado desde un principio, sino como teniendo lugar durante toda la eternidad. Epicuro por su parte, en lo que concierne a seguir a Demócrito, por lo general no se equivoca. No obstante, hay mucho en cada uno de ellos con lo que estoy en desacuerdo, y especialmente lo siguiente: en el estudio de la Naturaleza hay dos preguntas que deben formularse, primero, ¿cuál es la materia de la que está hecha cada cosa?, segundo, ¿cuál es la fuerza que permite que aquello se haga?; ahora, Demócrito y Epicuro han discutido la pregunta de la materia, pero no han considerado la pregunta sobre la fuerza o la causa efectiva. Pero éste es un defecto compartido por ambos; ahora me aboco a los particulares errores de Epicuro. Él cree que estos mismos cuerpos sólidos indivisibles son llevados por su propio peso perpendicularmente hacia abajo, lo cual, él sostiene, es el movimiento natural de todos los cuerpos; pero luego este inteligente tipo, confrontado con la dificultad de que si todos ellos viajan hacia abajo en línea recta, y, como ya he dicho, perpendicularmente, ningún átomo nunca será capaz de alcanzar a ningún otro átomo, introduce por consiguiente una idea de su propia invención: él dijo que el átomo realiza una muy tenue desviación - la menor de las divergencias posibles; y así ocasiona embrollos y combinaciones y la cohesión entre átomos, lo que da por resultado la creación del mundo, y todas sus partes, y de todo aquello que en ellas hay. Ahora, no sólo la totalidad de este asunto es parte de una fantasía infantil, sino que esto ni siquiera logra el resultado deseado por su autor. El proceso de desviación es por sí mismo una ficción arbitraria; porque Epicuro dice que los átomos se desvían sin causa - con todo, ésta es la ofensa principal en un filósofo natural, hablar de algo que tiene lugar sin haber sido causado. Entonces, además, él gratuitamente despoja a los átomos de lo que él mismo declaró ser el movimiento natural de todos los cuerpos pesados, es decir, el movimiento rectilíneo hacia abajo, y aún así él no logra el objetivo por el cual se inventó esta ficción. Si todos los átomos se desvían, ninguno se unirá nunca; y, si algunos se desvían mientras otros viajan en línea recta, excepto sus propias tendencias naturales, en primer lugar será equivalente a asignar a los átomos sus diferentes esferas de acción, algunos para viajar derecho y otros hacia el lado; en tanto, por otra parte (y esto es un punto también débil en Demócrito), esta desenfrenada batahola de átomos podría no dar por resultado la ordenada belleza del mundo que conocemos. Es también indigno de parte de un filósofo natural el negar la infinita divisibilidad de la materia; un error que seguramente Epicuro habría evitado, si él hubiera estado dispuesto a permitir que su amigo Polyaemus le enseñase geometría en lugar de hacer que el mismo Polyaemus la desaprendiera. Demócrito, siendo un hombre educado y bien versado en geometría, piensa que el sol es de un tamaño vasto; Epicuro lo considera quizás de unos treinta centímetros de diámetro, porque él lo declara ser exactamente tan grande como parece, o un poco más grande o más chico. Así, donde Epicuro altera la doctrina de Demócrito, su alteración es para peor; mientras que aquellas ideas que él adopta, su crédito pertenece enteramente a Demócrito - los átomos, el vacío, las imágenes1/, o como ellos las llaman, eidola, el impacto de los cuales es la causa no sólo de la visión sino también del pensamiento; la concepción misma de un espacio infinito, apiria como ellos lo denominan, está enteramente tomado de Demócrito; y asimismo, el incontable número de mundos que entran en existencia y sucumben cada día. Por mi lado, yo rechazo esas doctrinas totalmente; pero aún así podría desear que Demócrito, a quien todos aplauden, no hubiera sido envilecido por Epicuro quien lo tomó como su único guía.



1/ Epicuro explicó que la vista era causada por el impacto en el ojo de películas o pequeñas telas que continuamente son lanzadas desde la superficie de los objetos. Estas `imágenes', que penetran en la mente a través de los poros del cuerpo, también causan impresiones mentales.








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