miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿Qué es su placer? (Una aproximación funcional a la búsqueda de la felicidad)

por Erik Anderson [Traducción al castellano de Sergio Sotomayor Prat]

Epicuro consideró a la ataraxia, la experiencia del alma que satisface la felicidad emocional, como el objetivo moral de su filosofía. A este atractivo estado de la mente se le suponía estar fuertemente arraigado en la naturaleza. En nuestra era post-Darwiniana no es difícil entender por qué. Las búsquedas conscientes que han tenido una base histórica probada para avanzar en la supervivencia genética son, de manera natural, experimentadas como recompensas psicológicas—¿por qué otra razón alguien se sentiría motivado a emprenderlas?

Sin embargo, no hay actividad que indefinidamente se experimente como placentera, de otra forma uno podría verse inspirado a dedicar cada hora despierto a una sola tarea (como en el caso de los experimentos con animales de laboratorio que interminablemente oprimen una palanca para recibir estimulación intracraneal en los centros de placer de sus cerebros a través de electrodos implantados—para mayores detalles referirse al libro clásico de H. J. Campbell, Las áreas del placer, 1973). Ciertamente, tal como Epicuro lo establece en su octava doctrina principal:

                                   Si todo placer pudiera intensificarse a fin de que durase y de que influenciase a todo el organismo o
                                     a las partes más esenciales de nuestra naturaleza, los placeres nunca diferirían unos de otros.

Las limitaciones naturales para acceder a cualquier fuente de placer nos motiva a buscar una variedad de actividades placenteras—pero la variedad no es infinita. La satisfacción emocional quizás se vea optimizada a través de una rotación de las actividades vitales en una profundidad y amplitud apropiadas para el nicho ecológico humano—por ejemplo, comer, juntarse, aparearse, explorar, cazar, aprender, contemplar, innovar, y cualquier otra cosa que consistentemente contribuya a la viabilidad de nuestra especie.

Probablemente, nuestros ancestros prehistóricos alcanzaron la ataraxia como resultado de su rutina, toda vez que su simple existencia era totalmente compatible con los precedentes millones de años de condicionamiento genético que dieron forma a los instintos humanos. Pero con el advenimiento de civilizaciones sofisticadas, los estilos de vida humanos llegaron a especializarse como “divisiones del trabajo” multiplicadas. Los individuos que hacían muy bien sólo una cosa, conectándose a través de eficientes sistemas de intercambio en el mercado, crearon enormes brechas en la disponibilidad de recursos materiales. Sin embargo, la explosión demográfica resultante no había borrado de manera alguna un anhelo orgánico compartido de perseguir un estilo de vida más “redondo.”

Por ello las recompensas de la especialización no llegaron sin un costo emocional—pero esta concesión no quedó sin remedio. Para mitigar el penoso trabajo diario, la humanidad simultáneamente había concebido numerosas diversiones que colectivamente nosotros observamos como escapes recreacionales: las vacaciones, las artes, las aficiones, los deportes, los clubes, las fiestas, las citas, el salir a comer o a bailar, y muchas otras facetas del tiempo libre. Nosotros encontramos que estos pasatiempos son intrínsecamente placenteros porque ellos incorporan atributos esenciales de los estilos de vida prehistóricos. “Pasándolo bien” es como honramos a nuestra herencia evolutiva.

El resaltar estos atributos invocaría un puzzle con muchas variables posibles y con ninguna solución definitiva. No obstante, una abstracción poco trabajada puede probar ser útil, si es que ella puede guiarnos hacia lograr la ecuanimidad espiritual. La siguiente matriz conceptual, compuesta de seis categorías, es el producto de mi propio intento:


La partición lateral diferencia los ambientes de experiencia externos versus los internos, mientras que las tres columnas caracterizan diferentes intensidades del esfuerzo volitivo. Las categorías resultantes— sensación, aventura, misión, imaginación, comunicación, y especulación—podrían ser consideradas como seis rutas fundamentales a placeres que vigorizan el alma humana.

Por lo tanto, examinemos esta perspectiva de seis pliegos en más detalle:

Presentaciones espontáneas: los placeres sensuales se derivan de cualquier experiencia sensorial que nosotros consideremos gratificante en y por sí misma. De esos placeres, reprimir nuestros apetitos sexuales y estomacales es principalísimo en la lista de las preocupaciones humanas. Pero más allá de los obvios ejemplos referidos a los encuentros amorosos y a las comidas deliciosas, recibimos los placeres sensoriales en muchas formas: un abrazo de reunión con una compañía extraviada, un masaje de relajación, una tina caliente, un baño de vapor, una bocanada de aire fresco, el sabor de una bebida refrescante, el perfume efervescente de las flores y el follaje, los sonidos melodiosos y rítmicos de la música y la naturaleza, la visión de una mujer atractiva o de un hombre bien parecido, una obra de arte bien elaborada, una vista panorámica de los contornos de una ciudad o de la campiña, el mar, una puesta de sol, un cielo estrellado.

No hay dudas de que por abogar Epicuro por una filosofía del hedonismo es que la palabra moderna “epicúreo” llegó a identificar a alguien que está dedicado a la sensualidad—aunque, los visitantes de este sitio WEB ya deben darse cuenta de que el Epicureismo abarca un conjunto mucho más amplio de intereses. La sensualidad, sin embargo, permanece como un componente medular de la forma de vida epicúrea, según el mismo Epicuro lo clarifica en estas palabras:

                              Por mi parte yo no encuentro significado alguno que pueda adjuntar a lo que se denomina bueno,
                               si le quito a ello los placeres obtenidos por el gusto, si le retiro los placeres provenientes de
                               escuchar música, si le quito también el encanto obtenido por los ojos a partir de la visión de las figuras
                               danzantes, u otros placeres producidos por cualquiera de los sentidos del hombre como un todo.
                                …A menudo he consultado a los hombres considerados sabios qué podían ellos retener como
                                contenido de lo bueno si ellos quitaran aquellas cosas que he mencionado. A menos que ellos
                                quisieran verter palabras vacías, yo no pude aprender nada de ellos, y si ellos desean continuar
                                balbuciendo sobre virtudes y sabiduría, estarán hablando de nada excepto de la forma en que se
                                producen esos placeres que yo mencioné (de Cicerón en Controversias Tusculanas, 3.41).

Presentaciones interactivas: los placeres aventureros son las experiencias del goce cabal que recibimos de explorar lo desconocido. Nosotros, los seres humanos, nos deleitamos en la revelación—desde los trechos de tierra que quedan más allá del próximo horizonte hasta las fronteras cibernéticas de la red mundial computacional (World Wide Web). Encontramos similarmente gratificante descubrir la solución de cualquier misterio, puzzle, problema o enigma. Los juegos en que participamos— como actores o espectadores—también contienen elementos de sorpresa, parte de lo que los convierte en entretenimiento es cómo se desarrolla el giro de los acontecimientos. Y estamos perpetuamente fascinados con las novedades—sean ellas nuevas personas, lugares o cosas.

Presentaciones proactivas: los placeres orientados a la misión son evocados por la excitación de la persecución. Entre las más antiguas misiones humanas está, de seguro, la caza—y aún si quedan pocos que acechen animales salvajes como medio de supervivencia, la humanidad en su conjunto permanece perpetuamente comprometida en perseguir objetivos que nos den un “sentido de propósito”. Por ejemplo, aguzar una habilidad, planear un viaje, escoger un lugar especial al que llamar hogar, comprar mercancías, buscar su pareja, cultivar un jardín, desarrollar un negocio, criar los hijos, moldear un oficio, labores artísticas en general y otros trabajos manuales, procurarse una educación práctica, investigar un tópico esquivo, o ser autor de un tratado, un poema, una página WEB o un programa para computadores. Las entretenciones de todos los tipos—desde juegos de cartas a juegos de tableros, desde juegos de video hasta deportes al aire libre—invariablemente conllevan el logro de algún objetivo—ya sean de tipo cooperativo o competitivo. La vida misma puede ser jugada como el juego final—en tanto haya una meta bien definida.

Representaciones espontáneas: los placeres imaginarios emanan del reino de la fantasía. El hecho de que pasamos soñando en nuestras horas dedicadas al dormir es suficiente prueba de que el teatro de la imaginación juega un papel pivote en la psiquis humana—y no menos dispuestos pasamos soñando muchas horas de vigilia. Nuestros ensueños nos incitan con emoción, nos otorgan inspiración y estimulan la innovación. El cine, las bellas artes y la meditación pueden a menudo lograr resultados similares. Por otra parte, la actuación de algún rol, sea éste en el escenario, en el campo de juego, o en el trabajo, también puede hacernos sentir parte integral de algo más grande que nosotros mismos. Y de hecho muchos elementos de nuestras vidas pueden ser realizados más entretenidamente si elegimos despertar al gran soñador que hay dentro de nosotros, de forma que el viaje en la hora de gran ajetreo se convierte en una pista de carreras, el tambor colocado en el garaje parece como instalado en el escenario del concierto, el dinero de juego en un tablero de apuestas se convierte en un montón de riqueza, el tablero de ajedrez pasa a ser un explosivo campo de batalla, o la pantalla del computador cobra el rol de nuestra realidad virtual. Como niños, no encontramos dificultad en sumergirnos en la fantasía, y no estamos en situación peor si como adultos encontramos ocasiones apropiadas para hacer lo mismo.

Representaciones interactivas: los placeres comunicacionales se derivan de todas las facetas de la experiencia compartida. La mayoría de las comunicaciones humanas se desarrollan a través de un medio simbólico, el lenguaje, sea éste escrito, hablado o vía señas. Disfrutamos muy fácilmente del intercambio libre de ideas (brainstorming), del chismorreo y de otras formas relajadas de conversación. La "confesión" también es reconocida como “buena para el alma", especialmente cuando estamos confidenciándonos con nuestros amigos de mayor confianza. La vía escrita, en cartas, y ahora en correo electrónico (e-mail), son formas más estructuradas de comunicación simbólica que potencialmente pueden proveer placeres similares a través de cualquier brecha de espacio o tiempo. Por lo pronto, los medios informativos a menudo sacan provecho de su descubrimiento de que su audiencia confía en las “noticias” más como una forma de entretención que como una fuente de información.

La comunicación también puede ser llevada a cabo por medio del tocar y de la acción. Los besos y caricias del amante a menudo son más que sólo un deleite sensual, pues también son expresiones explícitas de afecto. La realización de las artes constituye otra vía para emitir expresiones de gran significación, más allá del uso de las palabras. Las destrezas también pueden utilizarse como demostración para el esclarecimiento de los demás, ya sea que la lección se refiera a cómo preparar una receta, reparar una cañería rota, o golpear debidamente la bola con el palo de golf—el ejemplo de mostrar con los movimientos físicos comunica mucho más de lo que nunca podría permitir la narración verbal.

Representaciones proactivas: los placeres especulativos emergen de las predicciones sobre el futuro. La aguda habilidad de la mente humana para modelar la realidad de forma natural nos tienta a contemplar escenarios condicionales del tipo "que-si" como preludio para la toma de decisiones. Las instituciones dedicadas a la investigación y a los juegos de azar nos permiten hacer apuestas sobre cuán precisamente se ajusta el resultado de eventos reales a nuestras expectativas. Ganar, en muchos tipos de juegos, depende a menudo de qué tan buenos somos en anticiparnos a las decisiones de nuestros oponentes. Las especulaciones también facilitan el avance del conocimiento, ya que al iniciarlas colocamos los cimientos para el descubrimiento. Además, una de las grandes fascinaciones humanas es la pronosticación—incluso cuando se sabe que los métodos utilizados son dudosos (tales como la astrología y otras formas de predicción). Especular respecto del futuro, cualquiera sea el tipo de especulaciones sobre el futuro, parece mejor que renunciar a cualquier intento mental previo.

Según lo señalado, estas seis vías fundamentales hacia el placer son suficientes para mantenernos felizmente ocupados a perpetuidad.  Siendo el equilibrio, y no la intensidad, la clave.  Para mantener una nutrición apropiada se requiere simplemente de que todas las vitaminas esenciales estén suficientemente presentes en nuestra dieta‑el mismo principio es aplicable a la mantención de la vitalidad de nuestro espíritu: la nutrición es maximizada por una dieta balanceada, y la felicidad es maximizada por un régimen balanceado de actividades placenteras.  Cuando carecemos de una vitamina esencial, las mega‑dosis de otras vitaminas no pueden compensar la deficiencia.  De igual manera, cuando descuidamos algunos aspectos de nuestra naturaleza no podemos llenar ese vacío incrementando nuestra devoción por otros aspectos de nuestra misma naturaleza.

Esta analogía aporta una pista al por qué la búsqueda de la felicidad, para tantas personas, a menudo se aparta del camino correcto.  Es porque ellos se zambullen en sus rutinas preferidas con una voracidad contra-productiva, de forma que sus sensaciones se convierten en obsesiones, sus aventuras pasan a ser desventuras, sus misiones derivan en cruzadas, su imaginación se convierte en escapismo, su comunicación en clamor y sus especulaciones en rumia.  Se descuida el equilibrio espiritual en favor de “vivir al límite”, lo que deriva en agotamiento emocional en vez de satisfacción emocional.


No hay comentarios:

Publicar un comentario