1/
"La doctrina, una vez así firmemente establecida, tiene corolarios que expondré brevemente:
[1] Los Fines de los Bienes y de los Males mismos, es decir, el placer y el dolor, no están expuestos al error; las personas se equivocan en cuanto a no saber qué cosas son generadoras de placer y cuáles de dolor. [2] Una vez más, afirmamos que los placeres y los dolores de la mente se generan a partir de los corporales (y por lo tanto yo estoy de acuerdo con su objeción de que cualquier Epicúreo que piense distinto se coloca a sí mismo fuera de consideración; y tengo claro que muchos lo hacen, pero no aquellos que pueden hablar con autoridad); aunque los hombres efectivamente experimenten molestos dolores mentales, afirmamos que estos se generan a partir de las sensaciones corporales. [3] No obstante, mantenemos que esto no excluye el que los dolores y placeres de la mente sean mucho más intensos que los del cuerpo, toda vez que el cuerpo solamente puede sentir lo que es actual a él al momento de ocurrir, mientras que la mente es también conocedora del pasado y del futuro. Concedemos que el dolor del cuerpo es de igual magnitud, pero nuestra sensación de dolor puede incrementarse enormemente por la creencia de que algún mal de ilimitada magnitud y duración amenace ocurrirnos de aquí en adelante. Y la misma consideración puede utilizarse con respecto al placer: un placer es más grande si no viene acompañado por ninguna aprehensión de maldad. Por lo tanto, claramente nos parece que el placer o la molestia de origen mental, particularmente cuando son intensos, contribuyen más a nuestra felicidad o miseria, respectivamente, que lo que lo hacen el placer o dolor corporal de igual duración. [4] Pero no estamos de acuerdo que cuando una sensación activa de placer nos es retirada se nos genere como resultado molestia, a menos que acontezca que el placer haya sido reemplazado por dolor; mientras que, por otro lado, uno está contento de perder un dolor aunque no se genere una activa sensación de placer en su reemplazo: un hecho que sirve para mostrar cuán grande placer es la mera ausencia de dolor. [5] Pero tal como nos estimula la anticipación de las cosas buenas, así nos deleitamos con el recuerdo de ellas. Los tontos se atormentan por el recuerdo de antiguos males; los hombres sabios tienen la capacidad deleitarse al renovar el recuerdo agradecido de las bendiciones del pasado. Tenemos el poder de borrar nuestras desventuras en un olvido casi perpetuo y también de recolectar nuestros recuerdos placenteros y agradables. Pero cuando fijamos fuertemente nuestra visión mental en los eventos del pasado, la tristeza o la alegría se presentan según sean éstos malos o buenos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario