martes, 8 de diciembre de 2015

Capítulo XII. A través de casos extremos de felicidad y miseria se prueba que el Placer es el Bien Principal



"La verdad de la proposición que establece que el placer es el fin último se percibirá prontamente a partir de la siguiente ilustración. Imaginemos a un hombre que vive en el disfrute continuo de numerosos y vívidos placeres tanto del cuerpo como de la mente, imperturbable ante la presencia o la perspectiva de dolor: ¿qué posible estado de existencia podríamos describir como más excelente o más deseable? Uno en tal situación debe poseer, en primer lugar, una fuerza mental que esté a prueba de todo temor a la muerte o al dolor; él sabrá que la muerte significa la inconsciencia total, y que el dolor es generalmente leve cuando es prolongado, así como corto cuando es muy fuerte, tal que su intensidad está compensada por la corta duración y su continuidad por la disminución de la severidad. Permitamos que tal hombre, además, no tema al poder sobrenatural; que él nunca sufra la desaparición de los placeres del pasado, sino que constantemente renueve el goce por ellos al recordarlos - y su suerte será una que no acepte mayor mejoría. Supongamos, por otro lado, a una persona aplastada bajo la más pesada carga de angustia mental y corporal a la que está expuesta la humanidad. Otorguémosle ninguna esperanza de alivio final; también asegurémosle ningún placer presente ni futuro. ¿Puede alguien describir o imaginar un estado más lastimoso? Si ello acontece, lo que más debe uno evitar es una vida de dolor, se desprende que vivir en el dolor es el más grande de los males; y esta posición implica que una vida de placer es el bien último. Es un hecho que la mente en sí misma nada posee que le pueda proveer descanso al final. Todo temor, todo sufrimiento puede ser rastreado hasta llegar al dolor; no hay nada, fuera del dolor, que por su propia naturaleza sea capaz de causar ansiedad y congoja.

"El placer y el dolor proveen, además, los motivos de deseo y de evitación, y el móvil de conducta general. Siendo esto así, resulta claro que las acciones son correctas y encomiables sólo como medio para alcanzar una vida de placer. Pero aquello que no es de por sí un medio para ninguna otra cosa, excepto para lo cual todas las otras cosas son un medio, es lo que los griegos llaman el telos, el Bien más elevado, esencial y último. Por lo tanto, se debe admitir que el Bien Principal es vivir felizmente".








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